sábado, 22 de julio de 2017

Arco de Septimio Severo

Como epicentro de un Imperio Roma era el escaparate del mundo antiguo, por ello el poder político siempre busco la propaganda y la monumentalidad para ensalzar sus gestas y capacidades. Este aparato publicitario se desarrolla especialmente con Augusto y continua hasta el fin del Imperio durante algunos siglos.
Los denominados “monumentos del poder”, columnas, arcos y trofeos tuvieron por objetivo representar el triunfo dentro de una ceremonia o fiesta popular que además de reconocer el hecho victorioso reconocía el poder o la grandeza de los diferentes emperadores.




Estos edificios no tenían una funcionalidad práctica, su único objetivo era exhibirse. Los arcos triunfales se erigían en ocasión de los diferentes triunfos militares. El turista que visita los foros se encuentra con tres arcos en un espacio no muy extenso, arco de Tito, de Constantino y de Septimio Severo.
El vano principal del arco, y los laterales, si los había, estaban flanqueados por columnas generalmente a pares. Los espacios intermedios contenían a veces relieves referentes al hecho conmemorado. El motivo de su erección era explicado en una inscripción bien visible en el ático encima del vértice.




Por lo que se refiere a su significado parecen relacionados con antiguos rituales de carácter guerrero que consistían en atravesar una puerta sagrada tras el final de las campañas bélicas, hecho que permitía liberar a los guerreros del potencial destructor que se les había transmitido en los rituales mágicos llevados a cabo al comienzo de las batallas. Al pasar por debajo colgaban en los arcos el botín conquistado a los enemigos y sus propias armas que se habían convertido en tabúes tras el contacto con la sangre. La energía natural adquirida por los guerreros en rituales se consideraba una gracia concedida por los dioses.




El número de arcos conocidos supera los 400 en un lapso cronológico que oscila desde el s. II a. C. hasta los inicios del s. V d. C. Solo en Roma en este tiempo se construyeron más de 50.
Los arcos más antiguos se denominaron fornices y se relacionan con la Porta Triumphalis de Roma que era la entrada por la que accedían a la ciudad los generales a los que el Senado había concedido los honores del triunfo. Por Tito Livio sabemos que en 196 a. C., Stertinius, con el producto de los despojos hechos en la guerra de Hispania, levantó en Roma dos arcos triunfales, uno en el foro Boario y el otro en el Circo Máximo.
Durante el II Triunvirato de Cesár, Craso y Pompeyo es cuando se establece ya el modelo arquitectónico destinado a prevalecer en el tiempo y que consiste en una o varias arcadas flanqueadas por columnas o pilares dispuestos bajo un entablamento horizontal; este modelo primitivo sufre algunas variaciones con el paso del tiempo y así sobre el entablamento  se levanta un ático y los pilares laterales se ensanchan para acoger nichos y relieves. Desde el Principado de Augusto el arco se convierte en un monumento de carácter oficial destinado a la exaltación del Princeps aunque la construcción seguía dependiendo del Senado.




Durante la primera época imperial también los arcos se difunden por las colonias de Italia y las provincias, erigidos por las elites locales de forma que el monumento pasa de la esfera pública a la privada.
Septimio Severo, quizá en parte para legitimar la nueva dinastía, intervino en el corazón del viejo centro monumental: levantó en el Foro Romano un arco que conmemoraba sus victorias sobre los partos y realizó el llamado “Septizodium”, una imponente escenografía que revestía las pendientes del Palatino hacia el circo Máximo.




El arco de Septimio Severo fue erigido en el 203 d. C. en el punto del foro romano donde la vía Sacra comienza a subir el Capitolio, además de sus victorias se celebraban también los 10 primeros años de su Imperio. Los partos habitaban y asediaban las comunicaciones romanas en Próximo Oriente (Partia se encontraba entre las actuales Irán e Irak).




Se trata de un arco de tres vanos de 20, 88 metros de alto por 23,77 de ancho y 11,20 de profundidad. En el ático se pueden ller diferentes inscripciones destacando la dedicación a Septimio por parte de su hijo Carcalla: “Al emperador Cesár Lucio Septimio Severo, hijo de Marco, Pio, Pertinio, Augusto, padre de la patria, Partico, Arabico y Partico Adiabenico, Pontífice Máximo , revestido con el poder por onceaba vez, cónsul por tercera, procónsul.
Originalmente el arco fue dedicado a Septimio y a sus dos hijos Caracalla y Geta pero tras la muerte de Septimio, Caracalla ejecuto a su hermano Geta y borró el nombre de Geta de todos los monumentos (damnatio memoriae). El arco fue realizado en ladrillo y piedra travertina aunque después fue  enteramente revestido de mármol, la fachada en combinación con los tres arcos presenta cuatro columnas apoyadas en altas basas.




Sus relieves y decoración son notables: dos figuras de Marte en la clave del arco central y sobre la arquivolta la Victoria con 2 trofeos acompañada a sus pies de la personificación de las cuatro estaciones, dos masculinas y dos femeninas en las claves de los arcos menores.
En las bases de las columnas, sobre los tres lados libres se esculpieron guerreros romanos con prisioneros partos. Sin embargo la parte más espectacular de los relieves corresponde a  cuatro grandes paneles de 3,92 x 4,72 m colocados sobre los arcos menores, se representan los capítulos de la retirada de las tropas romanas de Partia. 




El ejército romano abandonando el campamento, una batalla, un discurso de Septimio Severo a sus tropas y la liberación de la ciudad de Nisibis.
En otro panel, a la derecha el asedio y la conquista de Edessa, otro discurso del emperador a su ejército y el sometimiento del rey Agbar y de los Armenios, así como un consejo de guerra en un campamento fortificado y el emperador entre los miembros de su estado mayor. Hacía el lado del Campidoglio, a la izquierda se observa el ataque a la ciudad de Seleucida y la fuga de los partios, la rendición de la ciudad y el sometimiento de los barbaros.




A la derecha, el asedio y conquista de Ctesifonte, el discurso final de Septimio Severo a las tropas frente a la ciudad conquistada. Encima del arco, como consta en una moneda posterior se encontraba una cuadriga de bronce tirada por seis caballos con Septimio y Marco Aurelio.
Es probable que la narración derive de modelos pictóricos orientales, ya que sabemos que el propio emperador había enviado a Roma, junto con la noticia de la victoria, algunas grandes pinturas con el relato de sus hazañas, que el senado expuso a la admiración popular.
Los partios en realidad llegaron a poner de rodillas al Imperio por ello el prestigio de Septimio fue enorme no solo había defendido a su estado sino que había incrementado el territorio del Imperio.
Durante época medieval el arco central quedó medio sepultado y en ruinas donde incluso se instalaron algunos negocios, incluso se llegó a adosar al monumento una torre defensiva.




Fue en 1803 cuando el Papa Pio VII ordenó desenterrar el monumento, sin embargo la tarea se ralentizó y los trabajos de exhumación no estuvieron acabados hasta 1898 cuando el arco quedo totalmente al descubierto.







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