Como
epicentro de un Imperio Roma era el escaparate del mundo antiguo, por ello el
poder político siempre busco la propaganda y la monumentalidad para ensalzar
sus gestas y capacidades. Este aparato publicitario se desarrolla especialmente
con Augusto y continua hasta el fin del Imperio durante algunos siglos.
Los
denominados “monumentos del poder”, columnas, arcos y trofeos tuvieron por
objetivo representar el triunfo dentro de una ceremonia o fiesta popular que
además de reconocer el hecho victorioso reconocía el poder o la grandeza de los
diferentes emperadores.
Estos
edificios no tenían una funcionalidad práctica, su único objetivo era
exhibirse. Los arcos triunfales se erigían en ocasión de los diferentes
triunfos militares. El turista que visita los foros se encuentra con tres arcos
en un espacio no muy extenso, arco de Tito, de Constantino y de Septimio
Severo.
El
vano principal del arco, y los laterales, si los había, estaban flanqueados por
columnas generalmente a pares. Los espacios intermedios contenían a veces
relieves referentes al hecho conmemorado. El motivo de su erección era
explicado en una inscripción bien visible en el ático encima del vértice.
Por
lo que se refiere a su significado parecen relacionados con antiguos rituales
de carácter guerrero que consistían en atravesar una puerta sagrada tras el
final de las campañas bélicas, hecho que permitía liberar a los guerreros del
potencial destructor que se les había transmitido en los rituales mágicos
llevados a cabo al comienzo de las batallas. Al pasar por debajo colgaban en
los arcos el botín conquistado a los enemigos y sus propias armas que se habían
convertido en tabúes tras el contacto con la sangre. La energía natural
adquirida por los guerreros en rituales se consideraba una gracia concedida por
los dioses.
El
número de arcos conocidos supera los 400 en un lapso cronológico que oscila
desde el s. II a. C. hasta los inicios del s. V d. C. Solo en Roma en este
tiempo se construyeron más de 50.
Los
arcos más antiguos se denominaron fornices y se relacionan con la Porta
Triumphalis de Roma que era la entrada por la que accedían a la ciudad los
generales a los que el Senado había concedido los honores del triunfo. Por Tito
Livio sabemos que en 196 a. C., Stertinius, con el producto de los despojos
hechos en la guerra de Hispania, levantó en Roma dos arcos triunfales, uno en
el foro Boario y el otro en el Circo Máximo.
Durante
el II Triunvirato de Cesár, Craso y Pompeyo es cuando se establece ya el modelo
arquitectónico destinado a prevalecer en el tiempo y que consiste en una o
varias arcadas flanqueadas por columnas o pilares dispuestos bajo un
entablamento horizontal; este modelo primitivo sufre algunas variaciones con el
paso del tiempo y así sobre el entablamento
se levanta un ático y los pilares laterales se ensanchan para acoger
nichos y relieves. Desde el Principado de Augusto el arco se convierte en un
monumento de carácter oficial destinado a la exaltación del Princeps aunque la
construcción seguía dependiendo del Senado.
Durante
la primera época imperial también los arcos se difunden por las colonias de
Italia y las provincias, erigidos por las elites locales de forma que el
monumento pasa de la esfera pública a la privada.
Septimio
Severo, quizá en parte para legitimar la nueva dinastía, intervino en el
corazón del viejo centro monumental: levantó en el Foro Romano un arco que
conmemoraba sus victorias sobre los partos y realizó el llamado “Septizodium”,
una imponente escenografía que revestía las pendientes del Palatino hacia el circo
Máximo.
El arco de Septimio Severo fue erigido en el 203 d. C. en el punto del foro romano donde la vía Sacra comienza a subir el Capitolio, además de sus victorias se celebraban también los 10 primeros años de su Imperio. Los partos habitaban y asediaban las comunicaciones romanas en Próximo Oriente (Partia se encontraba entre las actuales Irán e Irak).
Se trata de un arco de tres vanos de 20, 88 metros de alto por 23,77 de ancho y 11,20 de profundidad. En el ático se pueden ller diferentes inscripciones destacando la dedicación a Septimio por parte de su hijo Carcalla: “Al emperador Cesár Lucio Septimio Severo, hijo de Marco, Pio, Pertinio, Augusto, padre de la patria, Partico, Arabico y Partico Adiabenico, Pontífice Máximo , revestido con el poder por onceaba vez, cónsul por tercera, procónsul.
Originalmente
el arco fue dedicado a Septimio y a sus dos hijos Caracalla y Geta pero tras la
muerte de Septimio, Caracalla ejecuto a su hermano Geta y borró el nombre de
Geta de todos los monumentos (damnatio memoriae). El arco fue realizado en
ladrillo y piedra travertina aunque después fue
enteramente revestido de mármol, la fachada en combinación con los tres
arcos presenta cuatro columnas apoyadas en altas basas.
Sus
relieves y decoración son notables: dos figuras de Marte en la clave del arco
central y sobre la arquivolta la Victoria con 2 trofeos acompañada a sus pies
de la personificación de las cuatro estaciones, dos masculinas y dos femeninas
en las claves de los arcos menores.
En
las bases de las columnas, sobre los tres lados libres se esculpieron guerreros
romanos con prisioneros partos. Sin embargo la parte más espectacular de los
relieves corresponde a cuatro grandes
paneles de 3,92 x 4,72 m colocados sobre los arcos menores, se representan los
capítulos de la retirada de las tropas romanas de Partia.
El ejército romano abandonando el campamento, una batalla, un discurso de Septimio Severo a sus tropas y la liberación de la ciudad de Nisibis.
El ejército romano abandonando el campamento, una batalla, un discurso de Septimio Severo a sus tropas y la liberación de la ciudad de Nisibis.
En
otro panel, a la derecha el asedio y la conquista de Edessa, otro discurso del
emperador a su ejército y el sometimiento del rey Agbar y de los Armenios, así
como un consejo de guerra en un campamento fortificado y el emperador entre los
miembros de su estado mayor. Hacía el lado del Campidoglio, a la izquierda se
observa el ataque a la ciudad de Seleucida y la fuga de los partios, la
rendición de la ciudad y el sometimiento de los barbaros.
A la derecha, el asedio y conquista de Ctesifonte, el discurso final de Septimio Severo a las tropas frente a la ciudad conquistada. Encima del arco, como consta en una moneda posterior se encontraba una cuadriga de bronce tirada por seis caballos con Septimio y Marco Aurelio.
Es
probable que la narración derive de modelos pictóricos orientales, ya que
sabemos que el propio emperador había enviado a Roma, junto con la noticia de
la victoria, algunas grandes pinturas con el relato de sus hazañas, que el
senado expuso a la admiración popular.
Los
partios en realidad llegaron a poner de rodillas al Imperio por ello el
prestigio de Septimio fue enorme no solo había defendido a su estado sino que
había incrementado el territorio del Imperio.
Durante
época medieval el arco central quedó medio sepultado y en ruinas donde incluso
se instalaron algunos negocios, incluso se llegó a adosar al monumento una
torre defensiva.
Fue en 1803 cuando el Papa Pio VII ordenó desenterrar el monumento, sin embargo la tarea se ralentizó y los trabajos de exhumación no estuvieron acabados hasta 1898 cuando el arco quedo totalmente al descubierto.
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