martes, 29 de diciembre de 2020

Hospital Fatebenefratelli

 

Encontrar un lugar con historia en Roma es siempre fácil, sin embargo algunos pasan desapercibidos si no nos paramos a observar, a investigar.  En un lugar muy concurrido, en una isla se esconde una curiosa historia plasmada en un hospital. En ese pequeño pedazo de tierra que emerge en el río Tíber se encuentra un recinto que encierra mucha, mucha historia. Se rumorea que la isla Tiberina se creó cuando fue arrojado al río el cuerpo del Rey Tarquinio “El Soberbio” tras perder el trono, fue sobre sus restos mortales donde se formarían los sedimentos que formaran la isla. Sin embargo más allá de la leyenda, en la isla comienza a edad muy temprana un proyecto sanitario que alcanza hasta nuestros días.




Hacia el 293 a.C. la peste arruinó a Roma y se inició un culto al Dios griego Esculapio, dios de la medicina, el resultado fue la propuesta de crear un sanatorio en la isla Tiberina. ¿Pero porque justo en esta isla? Se barajan diversas teorías pero podemos reducirlas a dos, la primera es casi que mitológica ya que navegando por el río se observó como una serpiente (símbolo de Esculapio) salto dese el barco y se dirigió a la isla, todo un presagio. Se dice que construyendo el hospital la peste cesó y los romanos en agradecimiento recubrieron con muros la isla dándole la forma de barco que nos llega a la actualidad. Otra teoría, más realista quizás, es la de concentrar a los infectados por epidemias en la isla ya que era un lugar, al principio, muy aislado donde deportar a quienes pudieran transmitir una enfermedad o sencillamente para cumplir una cuarentena.

La propuesta de hoy es adentrarnos en la historia y evolución del hospital Fatebenefratelli ubicado en la isla más famosa de Roma.



Hacia el año 1000, el templo construido en la isla Tiberina en honor al dios Esculapio fue reemplazado por un santuario-refugio para enfermos y fue dedicado al Apóstol San Bartolomeo. Se hizo cargo de ella una comunidad de Hermanas Benedictinas que, siguiendo la tendencia de las órdenes religiosas de la época, ayudaron al exorbitante número de mendigos, pobres y enfermos que invadían la ciudad.

La situación permaneció sustancialmente sin cambios hasta mediados del siglo XVI, cuando se prohibió la mendicidad y los mendigos fueron recibidos en los institutos de rehabilitación y formación.




Desde el punto de vista de la salud, se produjo una transformación de los hospicios en "fábricas de salud", anticipaciones renacentistas de los hospitales modernos, en los que los enfermos ya no eran alojados exclusivamente, sino que eran tratados con la ayuda de médicos, cirujanos y enfermeras. En esta perspectiva, encaja perfectamente la historia del portugués Juan Ciudad, que se convirtió en santo con el nombre de Juan de Dios, quien, tras una existencia errante y disoluta, se convirtió y fundó la orden de los Fatebenefratelli.

Hablar de la orden de los Fatebenefratelli es explicar la vida de San Juan de Dios, un santo portugués que dedicó toda su vida al cuidado de los enfermos con una visión moderna de la atención hospitalaria y la hospitalidad: los enfermos eran acogidos y "hospitalizados" en función de las patologías y cada uno de ellos era tratado y atendido con absoluta atención al individuo. nuevo para esa época. Por esta razón, se considera a San Juan de Dios el fundador del hospital moderno. Dos miembros de la recién formada Congregación de los Fatebenefratelli, Fra Pietro Soriano y Fra Sebastiano Arias, se establecieron en la Isla Tiberina después de un interregno de la Cofradía de los Boloñeses (1575-1584), comenzando a aplicar los principios de Humanización y Hospitalidad que luego serían, en los siguientes siglos, característica constante de la Orden. En ese momento, el edificio era un monasterio con una iglesia contigua que data del siglo X y está dedicada a San Giovanni Calibita, después de que el cuerpo del santo depuesto allí por el Papa Formoso (891-896).



Juan de DiosTras una vida aventurera, se dedicó a la asistencia a los enfermos y fundó en Granada en 1539, con el objetivo de asistir a los enfermos y pobres, una familia religiosa de "Hospitalarios". Este nuevo Instituto Religioso fue reconocido en 1572 por Pío V con la Bula "Licet ex Debt" y tomó en Italia el sobrenombre de "Fatebenefratelli", de la frase con la que el santo invitaba a los transeúntes a hacer caridad: «Haced bien, hermanos, por el amor de Dios ". El Papa Sixto V con el Breve "Etsi pro Debt" elevó la congregación a una Orden Regular en 1586 al reunir a las comunidades diseminadas en varias naciones bajo un solo superior que reside en Roma en la Isla Tiberina.

S. Giovanni di Dio murió en 1550 en Granada y nunca llegó a Roma, pero los Fatebenefratellis llegaron allí por primera vez en 1572, y aquí fundaron en 1581 el primer núcleo hospitalario en la antigua "casa de los huérfanos" en Piazza di Pietra, el llamado “nuevo hospital” con solo 20 camas. En junio de 1585 se trasladaron a la Isla Tiberina donde, con la ayuda del Papa Gregorio XIII, habían comprado un monasterio, ya ocupado por las monjas benedictinas (el Santucce) hasta 1573 y más tarde por la Cofradía de los Bolognesi. El pontífice también les concedió la iglesia contigua de San Giovanni Calibita.

Quince frailes se instalaron en la isla e introdujeron innovaciones de salud revolucionarias para aquellos tiempos, como reservar una cama para un solo paciente y equiparla con todo lo necesario.

La presencia de una farmacia debe considerarse contemporánea al asentamiento de los Fatebenefratelli en la isla, ya que su existencia ya está documentada a finales de 1500. En el informe de la Visita Apostólica de 1663 leemos: "Junto a la puerta del convento, dentro de una habitación muy capaz y receptivo en la vía pública, lo practica un seglar, que tiene la comodidad de vivir allí, el spetiaria ... "y en el de 1699 que la" farmacia está cerca de la puerta del convento zurdo al entrar, donde está la puerta ". La farmacia ocupaba, por tanto, la estancia entre la Sala Assunta y el pasillo de entrada del convento, accesible desde una puerta que daba a este último; una segunda entrada hacia el claustro fue tapiada para mayor custodia del recinto. El acceso al público en el lado de la calle probablemente fue solo a través de una rejilla, como se usaba en ese momento.




En 1656, durante la gravísima peste que azotó a Roma, se decidió reservar el hospital para los enfermos de peste explotando el aislamiento natural garantizado por la propia isla: el 18 de junio toda la isla fue evacuada y utilizada como hospital para las víctimas de la peste. Los Fatebenefratelli no asignados para atender a los enfermos se trasladaron a Santa Maria della Sanità, al Viminale, y los franciscanos de San Bartolomeo al convento de Aracoeli; los demás habitantes de la isla fueron desalojados y compensados con una modesta indemnización. Se instalaron puertas dobles en los dos puentes de acceso a la isla. El hospital estaba destinado al refugio de los hombres y la torre Caetani y las casas cercanas a las mujeres. El 18 de octubre, una ordenanza decretó el fin de la emergencia y permitió a los propietarios regresar a sus hogares en la isla.

El siglo XVII fue un siglo de grandes epidemias y pestilencias y el hospital, también en virtud de su posición "aislada", se convirtió en un refugio natural para los infectados. Los frailes empezaron a especializarse en el cuidado de estos enfermos y, dentro del hospital, se formó una verdadera escuela, en la que se capacitó al personal para el manejo de epidemias. Hacia finales de siglo, el hospital fue renovado y logró sobrevivir a la dominación francesa del siglo XVIII, gracias al enorme respeto de los gobernantes hacia la orden de los Fatebenefratelli.

 

En 1700 el hospital fue renovado por Carapecchia: en esa ocasión se completó la reordenación de la Sala Assunta, la primera sala de hospital moderna con 50 camas; en el plano de Nolli de 1748 se ve la iglesia de San Giovanni Calibita con el número 1093 y la sala del hospital con el número 1094. Con una visión pionera y poco frecuente para la época, se estableció el principio de que cada paciente tenía su propia cama y se realizaba la división en salas distinguiendo entre las distintas patologías.

En el Brogliardo del Catastro Urbano de Roma (el Catastro se activó en 1824 y se actualizó hasta 1871) se informa que el hospital en el progresivo 35 del Rione Ripa es propiedad de los Padres Benfratelli, identificado con los números de casa 38 de la Isla S. Bartolomeo (3 pisos) y 60 de Via delle Mole (3 pisos en el este, sin número de casa, y 2 pisos en el 60). A los mismos Padres, en el número 35 ½, se les atribuye la propiedad de la iglesia de San Giovanni Calibita con la "Porteria", la entrada principal al conjunto, en el número 39 de la isla.

En 1832 una nueva calamidad golpeó a la ciudad de Roma: el cólera. Gracias a la atención brindada, solo la mitad de los infectados murieron y el compromiso de Fatebenefratelli fue reconocido por la Comisión Especial de Salud. Tras la ruptura de Porta Pia, el 20 de septiembre de 1870, el nuevo Estado de perfil laico comenzó a retirar hospitales a las órdenes religiosas. Un destino similar también recayó en Fatebenefratelli, que en 1878 perdió la dirección de la estructura en la isla Tiberina, mientras continuaba allí como meros ejecutores de órdenes. El deterioro que sufrió el hospital en los años siguientes, sin embargo, impulsó a la Orden a intentar recuperarlo.

Una escritura notarial establece que tres ciudadanos compraron el hospital, por "industria e intereses privados". Los misteriosos particulares fueron precisamente tres frailes que se convirtieron en compradores disfrazados para eludir la ley aún vigente contra la posesión de hospitales por religiosos. Así, finalmente, en 1892, la Isla Tiberina volvió a la familia Fatebenefratelli, que restauró la antigua administración. A finales de siglo el hospital, como toda la isla, corría el riesgo de ser cancelado de la ciudad, siguiendo el proyecto de unos ingenieros que proponían las más diversas soluciones contra las continuas inundaciones del Tíber. Evidentemente, el clamor fue masivo y nadie movió una piedra de la isla, que en cambio se equipó con muros para defender las corrientes, mientras el complejo hospitalario se modernizaba continuamente, con la ampliación del departamento quirúrgico, clínicas y gabinetes de análisis. la progresiva expansión de los diagnósticos de laboratorio del recién nacido.




En 1930 el Fatebenefratelli, con una contribución económica del Vaticano, compró todos los edificios en el extremo oeste de la isla que, en medio de mucha controversia, fueron demolidos junto con el local anexo al hospital; en 1934 se completó la reconstrucción del hospital a partir del proyecto de Cesare Bazzani, quien, sin embargo, mantuvo la fachada que da a la Piazza San Bartolomeo.

En 1972 el hospital tomó oficialmente el nombre de San Giovanni Calibita Fatebenefratelli, del nombre de la iglesia que formaba su núcleo original y aún está incorporada, y fue catalogada como Hospital General de la Zona. Perfectamente adaptado a los tiempos, hoy el hospital cuenta con 420 camas y salas nuevas y equipadas. La Sala Assunta, ahora transformada en Aula Magna, acoge importantes conferencias y congresos internacionales.

El hospital siempre ha estado presente en los acontecimientos de Roma: fue el principal punto de hospitalización con motivo de los enfrentamientos de 1849 durante la desafortunada República Romana, en 1870 cuando los piamonteses tomaron Roma y durante la ocupación nazi en 1944 cuando muchos judíos también fueron hospitalizados y escondidos allí. Más recientemente, en 1982, se asistió a los heridos en el ataque a la sinagoga cercana.


De julio de 1936 a abril de 1939, España fue devastada por una guerra civil,por un lado estaban los nacionalistas, autores de un golpe de Estado contra la República. Por otro lado, lucharon los republicanos, formados por tropas leales al actual gobierno, lideradas por el Frente Popular de inspiración marxista. Durante este conflicto, la parte más anárquica del Frente Popular activó duras persecuciones contra los católicos, matando a miembros de la jerarquía eclesiástica, miembros del clero, religiosos y laicos (miles de muertos). Esta historia explica por qué varios consagrados se refugiaron en Italia, llegando hasta Roma. Entre los perseguidos había quienes también encontraron hospitalidad en el hospital Fatebenefratelli de la isla Tiberina.

En aquel tiempo, en Italia, en los hospitales (y en toda la administración pública), se requería que el personal fuera miembro del partido fascista nacional. En el complejo de Tiberius de Fatebenefratelli la situación era diferente. El hospital, de acuerdo con los acreedores, se consideró una estructura privada, no sujeta a restricciones públicas o estatales. De ahí una relativa tolerancia de las autoridades fascistas. Además, los frailes no apoyaron las doctrinas fascistas y nazis. Gracias a esta situación, el Dr. Borromeo (católico liberal) y sus colegas fueron libres de expresar sus creencias, ideas políticas. De este modo, pudieron plantear críticas a la misma normativa vigente. En particular, Borromeo (y el personal del hospital) consideraron absurdas las leyes raciales de 1938.





En 1941, tras los contactos entre Borromeo y su antiguo profesor judío Marco Almagià (Universidad 'La Sapienza' de Roma), un joven médico judío, el Dr. Vittorio Sacerdoti , llegó al complejo Tiberino de Fatebenefratelli. Había sido expulsado del hospital civil de Ancona. El recién llegado pidió que se le permitiera quedarse, dispuesto a realizar incluso tareas genéricas. Borromeo, por el contrario, ordenó entregarle de inmediato una bata de médico. Los sacerdotes también se ocuparon de las pruebas radiológicas y del laboratorio de análisis (que estaba entonces en el segundo piso). Luego le dieron un documento de identidad falso. Su nuevo nombre fue Vittorio Salviucci.

 

 


Tras el llamado armisticio (rendición sin condiciones) entre el Reino del Sur y los Aliados (8 de septiembre de 1943), los alemanes invadieron Italia ocupando los centros estratégicos. El 10 de septiembre de 1943, la zona sur de Roma se convirtió en el escenario de uno de los episodios más dramáticos de la Resistencia: la batalla de Porta San Paolo. Las fuerzas de la resistencia no pudieron detener el ataque de dos divisiones alemanas. La ciudad fue ocupada por las formaciones del III Reich, favorecidas por la falta de directivas militares precisas por parte de los mandos italianos. En este período, los frailes de Fatebenefratelli jugaron un papel importante en la acogida y el apoyo. Después de los enfrentamientos militares en Monterosi, Bracciano, Manziana y en la zona sur de Roma, varios heridos (en condiciones muy graves) fueron trasladados a la sala de emergencias de Fatebenefratelli. Mientras tanto, algunos judíos pidieron ayuda a los frailes de la isla.

En ese trágico período, además de los judíos, muchos antifascistas, e incluso rezagados polacos y rusos, encontraron refugio en el hospital de la isla Tiberina. Pietro Scarabotti, encargado del mantenimiento del edificio, sugirió posibles escondites a los frailes. Entre estos, uno de los más espaciosos estaba ubicado debajo de la trampilla de acceso a las alcantarillas. El pasaje estaba ubicado en el piso de la sala reservada para pacientes infecciosos (cuatro camas), ubicada detrás del altar de la sala Assunta. La trampilla estaba oculta con una alfombra. Otras personas se refugiaron en el hospital. Fueron hospitalizados por el Dr. Borromeo con diagnóstico falso.

En el contexto descrito, el hospital tiberiano de Fatebenefratelli se convirtió en una referencia clave para los judíos que huían. Hoy en día, varios estudios han intentado identificar a las personas que encontraron protección allí. Y se han identificado más nombres. Sin embargo, su número no se ha determinado con exactitud porque había diferentes dinámicas. Alguien se quedó unos días dentro del edificio. Otros encontraron protección por períodos más largos. tiempo No faltaron los casos de querer irse (especialmente para la búsqueda de seres queridos) y luego regresar.

Para la profesora Grazia Loparc, el número de protegidos fue de 46.  Para el médico Ossicini 61. Para el investigador Oversteyns también es necesario calcular los judíos recibidos antes del 16 de octubre de 1943. Además, tanto para el estudioso Picciotto como para Guiducci hay algunos nombres que no están incluidos en los totales. En este contexto, a partir del testimonio del médico fray Timoteo Cambuli , todos sus compañeros, especialmente los doctores Marini, Salvatore Casa, Tenaglia y Vittorio Sacerdoti, se solidarizaron con los frailes y con la primaria Borromeo. Este último, sin embargo, por su comportamiento humanitario, corría el riesgo de ser arrestado. Así, monseñor Montini, quien en ese momento era suplente de la Secretaría de Estado, para garantizarle alguna protección le hizo disponer de una tarjeta que le habilitaba como guardia noble papal.

Después del 16 de octubre de 1943, el hospital de la isla Tiberina fue uno de los lugares considerados sospechosos por los alemanes. Estos habían visto las fugas de los judíos al hospital. Por esta razón, finalmente se decidió una redada. A fines de octubre, un niño corrió al hospital para advertir a los frailes y al doctor Borromeo que estaban a punto de llegar dos camiones con los alemanes. Llegó el primer vehículo. El segundo, sin embargo, se retrasó unos treinta minutos. Había tomado el camino equivocado. Este hecho permitió que los frailes y el doctor Borromeo se organizaran. El médico jefe hizo que los perseguidos entraran en la sala de Assunta. En particular, fueron recibidos en la sala donde se colocó un altar. Una gran ventana separaba esta área de la sala que albergaba las camas de medicinas para hombres. Borromeo dio algunos consejos a los falsos pacientes.

Todos debían permanecer en silencio. Solo él hablaría con los alemanes. Los 'enfermos' tenían que toser con frecuencia en dirección a los militares. Esto habría creado temor de contagio en los soldados. Cuando comenzó la inspección, el médico jefe, en alemán correcto, describió los casos clínicos al médico militar de la Wehrmacht. Luego vinieron los pacientes falsos. Borromeo explicó que se vieron afectados por una patología devastadora. Tremendamente contagioso. Incluso en situaciones de no muerte, el paciente estuvo marcado para siempre por resultados graves: parálisis, demencia, ceguera. En este contexto, unos enfermos falsos miraban a los alemanes con ojos que expresaban terror. El médico jefe aclaró que este comportamiento marcó en el sujeto el inicio de una fase de estupidez. Los soldados, escuchando a Borromeo, retrocedieron. Su médico también prefirió no quedarse mucho tiempo en la sala.




El doctor Borromeo no dio un nombre específico a la enfermedad que había inventado. Fue uno de sus ayudantes, probablemente el Dr. Sacerdoti (una persona de buen humor), quien definió la patología descrita en la "enfermedad de K" de los alemanes. La 'K' podría interpretarse de varias formas: por ejemplo, enfermedad de Koch (tuberculosis), enfermedad de Krebs (trastorno metabólico). Sin embargo, esta expresión se usó para indicar no solo a los judíos en fuga sino a cualquier persona buscada por las autoridades de la época. En épocas posteriores, como el Dr. Salvatore Casa les dirá más tarde a sus hijos, hubo otras inspecciones militares, realizadas por italianos y alemanes. Sin embargo, no se encontraron irregularidades.

Mientras el hospital de Fatebenefratelli seguía siendo refugio de varios perseguidos, se produjo otro hecho. El hospital, gracias al consentimiento de los frailes, fue también un lugar de encuentro entre miembros de la Resistencia En el laboratorio de análisis se realizaron reuniones clandestinas en las que el general de la Fuerza Aérea Roberto Lordi, paciente del Dr. Borromeo. En este contexto, algunos integrantes del CLN solicitaron a los frailes la instalación de un transceptor de radio para activar los enlaces con las fuerzas aliadas. Una vez obtenido el consentimiento, se colocó la radio en el Noviciado, es decir, en el único lugar del hospital donde nunca ingresó el personal. Estaba conectado a las tuberías de agua caliente que partían del sótano. Esto le dio más potencia a la señal. La iniciativa muy peligrosa fue seguida por fray Maurizio Bialek. Con este instrumento, los movimientos de las tropas enemigas y los nombres de los espías romanos al servicio de los nazis también fueron informados a las fuerzas aliadas, y a los soldados italianos que se mantuvieron leales a la monarquía.








Las acciones llevadas a cabo por los frailes de Fatebenefratelli encontraron más tarde más certificados de gratitud. Maurizio Bialek recibió la medalla de plata al valor militar en 1946. El doctor Borromeo también recibió una medalla similar por su compromiso de "tratar a los partisanos, patriotas y judíos buscados por la policía nazi-fascista" y "dar y recibir asilo, apoyo y consuelo a tantos perseguidos".  El Ayuntamiento de Roma le dedicó un camino en Monte Spaccato (zona Gianicolense), mientras que el Estado de Israel lo proclamó Justo entre las naciones (13 de octubre de 2004). El diploma correspondiente y la medalla de oro relativa fueron entregados el 2 de marzo de 2005 por el embajador israelí Ehud Gol a sus hijos Pietro y Beatrice durante una ceremonia en el salón Assunta.

 

 

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Via Nazionale

 

Conocer Roma es también conocer su trazado urbano, el origen y la historia de algunas de sus calles más concurridas o céntricas. En esta entrada de blog analizamos una de las arterias más conocidas de la ciudad eterna: Via Nazionale.

En esta calle se puede disfrutar de un paseo a cualquier hora del día y disfrutar de su ambiente comercial, alojamientos,  tiendas, locales con marcas de diseño o restaurantes. Igualmente es un recorrido rico en monumentos y patrimonio. Esta calle además de famosa es estratégica ya que enlaza Piazza della Repubblica con Piazza Venezia. Atravesar Via Nazionale es recorrer un trozo de la historia no solo de Roma, sino de Italia: Palacio de Exposiciones, la Banca de Italia, el Teatro Eliseo, la iglesia de San Vitale, San Pablo Intramuros y otros edificios destacables.




Aunque fue en la segunda mitad del S. XIX e inicios del S. XX cuando Via Nazionale adquiere su esplendor e importancia podemos remontarnos  a la Roma Imperial para comprobar que este lugar ya era relevante. Nos encontramos de hecho en un punto muy estratégico, es decir, el valle situado entre las colinas del Quirinal y el Viminal. Así pues ya en tiempos de la Roma Serviana, fue utilizado como trayecto para unir el área  de los Foros a la antigua Porta Collina de las murallas Servianas. Esta arteria fue llamada “Vicus Longus”, que era paralela al Vicus Patricius (la actual Via Panisperna) que desde el área de los Foros llegaba a la Porta Viminalis. Exactamente el fondo del Vicus Longus, en la parte más alta y más septentrional, fueron construidas, a partir del 298, las Termas de Diocleziano.








En la Roma antigua, el valle entre el Quirinal y el Viminal era muy grande, de hecho el trayecto del Vicus Longus era ligeramente diverso de la actual Via Nazionale. Es destacable que el nivel del terreno de la zona, a través de los siglos, ha subido. Como referencia, es suficiente si nos fijamos en la iglesia de San Vitale que se sitúa muy por debajo del nivel de la calle, esto nos aporta una idea de cómo fue el nivel del terreno en el Medievo.

 

 En la Roma Imperial el Vicus Longus tenía su importancia, se sabe que en el s. I a. C. fue construido el Santuario de Diana Planciana por iniciativa del edil Cornelio Plancio y en el  tramo entre esta via y la Alta Semita (actual eje Via del Quirinal-Via XX Settembre) surgían diversas Domus de Patricios romanos y el complejo de las Termas de Constantino. Como se ha mencionado anteriormente en el 298 d. C., al final del Vicus Longus fueron construidas las Termas de Diocleziano.



También en esta via surge un Oratorio dedicado a San Gervasio y Protasio, mártires de Milán hijos de San Vitale, Oratorio, que, gracias a las donaciones de la matrona Vestina, fue, en el 402, reestructurado y convertido en Basílica, consagrada por el Papa Inocencio I y conocido, desde entonces, como Titulus Vestinae y que tomará el nombre, entorno al 595, de San Vitale.

A raíz de esta Iglesia, en la época Medieval, el viejo Vicus Longus, recibirá en la todavía zona campestre, el nombre de San Vitale. Después durante siglos se sabe que no volverá a construirse ninguna nueva edificación.

La iglesia de San Vitale dedicada a Vitale marido de Santa Valerla y padre de los Santos Protaso y Gervasio mártires. San Vitale se unió  a las milicias salvando muchos cristianos, una vez descubierto fue destrozado con peines de hierro, año 62 d. C.


Sus torturadores, para hacerle renegar de sus creencias, experimentaron todo tipo de formas de tortura. Sin embargo, según cuenta Ambrosio, su cuerpo no mostraba ningún daño ni herida. Murió invocando el nombre de Jesús.

La iglesia erigida en el 405 por la matrona Vestine sobre la zona de la casa de Pomponio Attico. Se ha reconstruido muchas veces, sobre todo alrededor de 1600, y queda una hermosa puerta de entrada tallada de este período, así como un hermoso fresco en el crucero. El interior está muy ricamente decorado, con trompe-il columnas de dudoso gusto. Ojo ¡En la Edad Media, la iglesia era el punto de partida de una procesión de viudas! Más tarde y hasta el siglo XIX, la iglesia organizó distribuciones gratuitas de pan a los pobres.

En el fragmento que publicamos aquí, hemos marcado en amarillo lo que era en ese momento la Via di San Vitale que, como vemos, comenzaba aproximadamente desde la Via dei Serpenti, se estrechaba después de la Basílica de San Vitale, y luego se detenía en la intersección con la Via delle Quattro Fontane.

 

Sin embargo, el cambio radical de la zona llegaría en el s. XIX, en la segunda mitad, sucedió que tras la implantación de la línea ferroviaria Roma-Frascati, 1856, se comenzó a idear una edificación de una nueva estación de tren en el área limítrofe  de las Termas de Diocleziano. La inspiración partía de Monseñor Francesco Saverio De Merode, pro-ministro de las Armas Pontificias de Pio IX, que tenía terrenos en esta área.



Sí pues en 1859 se trazó la nueva calle con la idea de facilitar la comunicación del centro de la ciudad con la nueva estación de Termini, los trabajos empezaron en 1862. Por otra parte la calle fue bautizada como “Strada Nuova Pia”, para diferenciarla de la “Strada Pia” deseada por el Papa Pio IV y que se correspondería con la actual Via XX Settembre.

El trazado de la nueva calle conllevó el alzamiento del nivel del terreno, es en estos años en los que se construye la escalinata para acceder a la iglesia de San Vitale. Por otra parte la nueva via fue alargada más allá del cruce con la Via delle Quattro Fontane, hasta la Basílica de Santa Maria de los Angeles, situada donde está la gran exedra  de las Termas de Diocleziano. Justo allí nacerá algo más tarde la plaza de la exedra, más conocida como Piazza della Repubblica.

Desde 1868 se inician las obras para levantar un barrio moderno, siempre en los terrenos de De Merode, este nuevo entramado urbano comprenderá el área de la actual Via Firenze, Via Napoli, Via Torino y Via Modena.  Es indudable el carácter especulativo del nuevo barrio que pronto fue denominado de forma popular “Quartiere Merode”. Sin duda el monseñor estaba seducido por las ganancias económicas, siempre con el plan de crear un barrio moderno.

 

 

Así, el primer edificio construido en ese momento, el actual cívico 5 de Via Nazionale, muestra, sobre el portón, la siguiente inscripción: “Primo fabbricato eretto in questo nuovo borgo fra gli anni 1868-1870. Propietà di Gaetano Rossi libera da ogni peso e canone”.

1870 fue un año clave para Italia, para Roma y por supuesto para esta calle, es decir, cuando las tropas libertadoras de los Saboya entraron en Roma, ciudad eterna pasó a ser parte del nuevo estado Italiano, convirtiéndose  en la capital. Ello suponía un cambió rápido para la urbe que necesitaba nuevas arterias urbanas, nuevos edificios institucionales, nuevos alojamientos, transportes, parques, jardines, etc. De esta forma las autoridades del nuevo Estado decidieron renovar el acuerdo que De Merode tenía ya estipulado con el Estado pontificio, si bien con algunas novedades. Las áreas edificables en el proyecto fueron adquiridas por el nuevo Estado sin aportar en principio ninguna modificación respetando los edificios ya levantados y los que se encontraban entonces en construcción. Sin embargo juzgaban  como incomoda la oblicuidad de las calles que, de todas maneras estaban entre las más rectilíneas de la ciudad en aquel momento. De hecho, los primeros urbanistas, hasta la muerte de Vittorio Emmanuel II, no descartaron desviar la calle, a la cual acababan de cambiar, una vez más, el nombre por Via Nazionale. Esta calle debería llegar hasta la Fontana di Trevi, pero el proyecto fue abandonado, prefiriendo mantener el trazado ya establecido hasta el Largo Magnapoli y después hasta Piazza Venezia, incluso inicialmente las calles Via IV Novembre y Via Cesare Battisti hacían parte de Via Nazionale.

El nombre de Via Nazionale fu establecido el 30 de noviembre de 1871 donde además se decidió el nombre de las calles adyacentes Via Firenze, Via Napoli, Via Torino y Via Modena. 

Para trazar la parte de Via Nazionale entre Via dei Serpenti y Piazza Venezia, el ayuntamiento fue empujado a realizar trabajos llamativos come el desmonte de una parte de la Villa Aldobrandini y la construcción del muro de contención, este trabajo dejó  a la luz la Porta Sanqualis, una antigua puerta de la Muralla Serviana, hoy situada en el parterre central del Largo Magnapoli, peor fue que estas obras destruyeron algunos restos de las Termas de Constantino.

La idea urbanística en 1873 planificabaque Via Nazionale llegará hasta Piazza Venezia enlazando desde allí con el Tíber donde a través de un puente se llegaría hasta San Pedro. Esta arteria en cuestión, que fue realizada en los años 80 de ese siglo no es otra que Corso Vittorio Emmanuele II.

En la planta de Roma de 1901 via Nazionale llegaba, tal como planifico Merode, hasta Piazza Venezia: solo después de la primera guerra mundial el tramo de Largo Magnanapoli tomó el nombre de via Quattro Novembre (en recuerdo de la victoria en la I Guerra Mundial) y de via Cesare Battisti (en honor al héroe trentino ahorcado por los austríacos). Así pues, Via Nazionale sigue, en parte, el trazado del antiguo “Vicus Longus”.

Es curioso que al final de la antigua calle de San Vitale se inició a comienzos de siglo (1902-1906), el Túnel Umberto I, bajo la pendiente del Quirinal. Esta obra debía suponer según plano regulador el último tramo de una travesía (Via Milano) que, cortando Via Nazionale a la altura del Palazzo delle Esposizioni, conectara directamente el Laterano y el Parlamento (a través de Via Tritone). El proyecto finalmente no se realizó, y la via Milano se cerró en la confluencia con la antigua calle de San Lorenzo in Panisperna.

Por otra parte entre 1873 y el 1880 fue construida en Via Nazionale la primera Iglesia no católica de Roma. Hasta la fundación del estado Italiano en los Estados Pontificios estaba prohibida cualquier iglesia no católica. Fue  en 1873 cuando se empezó la construcción de la Iglesia Protestante de Saint Paul within Walls (San Pablo dentro de los muros), obra de John Edmund Street y que alberga en su interior un mosaico con diseños de Edward Burne Johnes.




La Iglesia de San Pablo Intramuros o Iglesia Episcopal Americana de Roma (estilo neo románico-gótico) es una iglesia de tamaño medio, la cual se convierte, con frecuencia, en lugar de extraordinarios conciertos de música clásica gracias a su excelente acústica. Construida en 1873 fue la primera iglesia católica no romana construida dentro de los muros de Roma. La Iglesia de San Paolo Intramuros alberga hoy a una comunidad multiétnica y multicultural y es la sede del centro de refugiados Joel Nafuma.

Street se dirigió a Burne-Jones en 1881, pero murió el mismo año. El rector de la congregación, Robert J. Nevin, viajó a Inglaterra para confirmar y ampliar el encargo.



Burne-Jones diseñó cartones que envió a Venecia, junto con instrucciones para qué colores usar. La Compañía de Mosaico y cristal de Murano y Venecia montó teselas en los cartones, y los conjuntos se instalaron luego en la iglesia. La selección de colores, basada en azulejos de muestra enviados a Inglaterra por la compañía, fue una colaboración entre Burne-Jones y William Morris. Burne-Jones no viajó a Italia para supervisar la obra, y en lugar de ello envió a su ayudante, Thomas Rooke.

Hay cuatro mosaicos de Burne-Jones. La anunciación y El árbol de la vida, ambos terminados en 1894, están sobre los arcos sucesivos de la cancela que lleva al ábside, cuya semi-cúpula muestra a Cristo entronizado en la Jerusalén celestial, terminado en 1885. El cuarto mosaico, conocido como El Paraíso terrenal o La iglesia militante, más abajo en la pared del ábside, fue terminado en 1907 por Rooke, tras la muerte de Burne-Jones.

Burne-Jones situó la escena de la Anunciación en un desierto mientras que El árbol de la vida muestra a Cristo en la pose de la Crucifixión pero superpuesto sobre un árbol con vegetación. En la representación de la Jerusalén celestial, Cristo está flanqueado por arcángeles, con un espacio vacío que representa el lugar donde tendría que estar Lucifer. El cuarto mosaico incluye figuras con caras modeladas sobre personas contemporáneas.

La nota curiosa es que las caras de algunos santos pertenecen a personajes reales del s. XIX, como por ejemplo la del general Grant, presidente de los EEUU (S. Patricio), la cara de Giuseppe Garibaldi (S. Jacobo) o la de Abraham Lincoln (S. Andrés).

La iglesia contiene también mosaicos del artista estadounidense George Breck.

Otra gran imagen de la época seria el Hotel Quirinal diseñado por el arquitecto Patrini y encargado por el empresario Domenico Costanzi que además pocos años después mandó construir en Via del Viminal, el Teatro Costanzi, convertido después en Teatro de la Opera, comunicado con el hotel a través de un pasaje subterráneo.





El Hotel Quirinale fue construido en 1865 precisamente en el período en el que se desarrolló el área entre la estación central y la Piazza Venezia. Via Nazionale, la primera vía principal de la ciudad, nació como enlace entre la estación y la zona más poblada de la ciudad. En este hotel típicamente italiano aún se puede respirar la historia centenaria de la ciudad. Los numerosos muebles antiguos en estilo imperial y las decoraciones antiguas presentes en todas las estancias públicas y privadas del hotel dan al Hotel Quirinale esa atmósfera de particular elegancia y encanto que lo caracterizan de manera original.

El hotel mantiene todavía su elegancia y el encanto propios de un hotel rodeado por la Piazza della Repubblica, Piazza Venezia y la Fontana di Trevi . Actualmente cada una de las 209 habitaciones está decorada con muebles de época y equipada con todos los lujos modernos.

También en Via Nazionale se encuentra el Palacio de Exposiciones, ya que en 1878 se realizó el primer concurso para el edificio público que debería de albergar un recinto para exposiciones. Pio Piacenti fue el vencedor y el encargado de ejecutar su diseño. En su momento fue muy criticado por la llamativa ausencia de ventanas en su fachada y por su juego escultórico carente de cualquier referencia al culto católico. Un asunto que no era de extrañar en la recién estrenada República que practicaba unas políticas anticlericales. El Palacio pronto representó un punto primordial de la cultura local, a través del tiempo y hasta la actualidad acogerá diferentes exposiciones, algunas de ellas de notable prestigio. Cabe señalar que entre el 2003 y el 2007 ha sido restaurado de forma importante por el arquitecto Paolo Desideri.





Actualmente cuenta con más de diez mil metros cuadrados repartidos en tres niveles y se compone de una sala polivalente, un cine, una sala multimedia, una biblioteca, un restaurante y una cafetería. En él tienen lugar exposiciones de todo tipo, festivales de cine, teatro, actuaciones musicales, presentaciones y otros eventos.

Paseando por Via Nazionale en dirección Largo Magnanapoli nos encontarmos con la Villa Aldobrandini que se construyó sobre los restos de edificios del siglo II, todavía visibles a la entrada por via Mazzarino. Este recinto verde es un buen lugar para descansar y relajarse en lo que podríamos considerar el centro de Roma, a dos pasos de los Foros y  la Columna Trajana. Anteriormente perteneciente a las familias Este y Vitelli, fue comprada por el cardenal Pietro Aldobrandini (1571-1621), sobrino de Clemente VIII (Aldobrandini, de hecho), quien mandó reconstruir el cuerpo principal, orientándolo sobre la vía Panisperna, y construido primer pabellón. Ya a principios del siglo XIX pertenecía a la familia Borghese.

 





La villa estaba suntuosamente decorada y albergaba una colección muy preciosa de obras de arte que con el tiempo se enriqueció con obras de los principales artistas italianos, desde Giovanni Bellini a Correggio a Giorgione, Leonardo da Vinci, Mantegna, Tintoretto, Tiziano, Veronese y otros. También se incluye la llamada Boda de Aldobrandini, un fresco romano del siglo I que se encuentra ahora en la Biblioteca Apostólica del Vaticano y muchos mármoles antiguos.

Comprada a la familia Pamphili durante el siglo XVIII como se describe en el mapa Nolli, las colecciones se dispersaron en los eventos hereditarios de la familia Aldobrandini , y la apertura de lo que ahora es Via Nazionale, es entonces cuando cambió profundamente el contexto urbano circundante, reduciéndolo a un gran mirador bordeado de árboles. En 1929 el Estado italiano compró la villa, abriendo su jardín al público. En cambio, el edificio principal fue cedido para uso del estado a UNIDROIT, que todavía tiene su sede allí.





domingo, 25 de octubre de 2020

Villa Celimontana

 

Hay pocas ciudades en Europa que te puedan susurrar al oído, una de ellas es Roma. Siendo Roma una de las ciudades del mundo con más parques y árboles nunca nos podemos cansar de visitar sus espacios verdes. Dichos espacios que hoy son públicos eran antiguas villas de nobles romanos por ello las más de las veces no se reducen a simples parques con jardines y arboledas. No. Son mucho más ya que presentan palacios, edificios para ocio, caza o mantenimiento del recinto, esculturas, fuentes, lagos, pajareras o incluso obeliscos. En definitiva su origen noble les obligaba a competir en grandeza y detallismo con otras familias poderosas de su contemporaneidad.
Entre los parques más queridos y visitados por los romanos se encuentra la Villa Celimontana, situada sobre la colina del Celio, a pocos pasos del Coliseo, quizás eclipsada por este archi-conocido monumento.







En su día llamada Villa Mattei, por el nombre de la familia que compró a finales del Cinquecento el palacete todavía hoy integrado en el vasto jardín, sede hoy de la Sociedad Geográfica Italiana, donde se conservan las más importantes cartas y mapas de Italia.
El lugar es muy agradable porque resulta un espacio multiusos, pasear al aire libre, merendar, relajarse escuchando los pajarillos o el sonido de sus fuentes, especialmente en primavera y verano.
Diferentes senderos, zonas ajardinadas, tipos de arboles o variedades de plantas y flores atraen a romanos y turistas en busca de tranquilidad, la naturaleza modelada por el hombre tiene aquí un importante y bello referente. Este lugar comprende en la actualidad la mayor parte del espacio del valle entre las colinas del Celio ( que toma su nombre de un Etrusco, Celio Vibenna, quien combatió por la fama de Roma) y del Aventino, en el sur-este de Roma.

Inicialmente, a principios del siglo XVI esta extensa propiedad de que es hoy la villa Celimontana pertenecía a la familia Paluzzelli, en aquella época estaba cultivada con viñedos. A mediados de dicho siglo la familia Mattei adquirió la finca para embellecerla y construir su Villa. Para este objetivo contrataron al arquitecto Giacomo Di Luca (un aprendiz de Miguel Ángel) para diseñar el edificio y los jardines.






El ingreso monumental de la Villa se encuentra en la via Navicella, sobre la colina del Celio y junto a la Basílica de Santa María en Domnica, uno de los primeros templos cristianos de la capital. Llegar es fácil, especialmente con los transportes públicos, ya que así evitamos el tráfico del centro histórico. A través de la linea de metro B con parada en “Colosseo” o bien con el autobús número 81 y 673.




Aunque el edificio original ha sido transformado muchas veces, debió de ser una estructura de una sola planta con un pórtico a lo largo de su fachada, coronada por un friso dórico y balaustrada que aún sobreviven. Ahora presenta una planta cuadrangular con dos alas bajas y una plaza sobre una plataforma artificial apoyada por grandes murallas.
Fue Ciriaco Mattei descendiente del propietario original que a finales del Cinquecento trasformó la viña en un jardín que todavía hoy mantiene un esplendor fuera del común.





La villa fue decorada con estatuas, bronces y obras de arte clásicas, el lugar también recubierto por un bosque de encinas, empezó a transformarse cuidadosamente. Giacomo del Duca empleo los principios del manierismo para domesticar la naturaleza salvaje del terreno desnivelado, para esta labor se apostó por la gracia y la elegancia de las esculturas y los diferentes mármoles, incluso con un antiguo obelisco de época de Ramsés II. Dicho monumento otorga un toque exótico al lugar y ha sido restaurado hace apenas unos años, se encontraba en tierra cerca del Aracoeli, almenos en el Cinquecento, donde había sido levantado en el s. XIV conformado por dos monolitos, de los cuales el superior estaba culminado por una esfera de bronce, destacaban los jeroglíficos relativos al faraón Ramses II (1290-1233 a. C.). Por su parte el monolito inferior no presenta inscripciones y es de época más reciente. Procede de Heliopolis y en época romana se ubicaba en el Campo Marzio, cerca del Panteón de Agripa.





Los sucesores de Ciriaco Mattei ampliaron y transformaron el jardín en un complejo entramado de de avenidas y senderos, así pues el espacio escondidos entre altos setos en una especie de laberinto con apariciones imprevistas de esculturas y fuentes según el estilo y gusto escenográfico del barroco.
Un gran efecto fue la estructuración de la vertiente occidental de la colina, articulada en un sistema de pórticos, balcones y escaleras que se asoman desde los niveles superiores, donde estaba el palacio. Al lado del mismo, sobre la pendiente, un pórtico con tres pabellones que cubrían tres pajareras situadas sobre pequeños ninfeos y dando paso al sendero inferior cerrado al fondo por la fuente del Río, con una figura masculina tumbada de mármol peperino, la única que ha llegado hasta nuestros días de las muchas que debieron decorar la villa.





Fue exactamente en 1602 cuando se negoció el derecho a percibir una cantidad de agua anual procedente del Acqua Felice, con ello se abastecía de forma eficaz a los jardines de la villa y era posible instalar fuentes con algunos juegos de agua. A partir de diferentes testimonios se conoce que en 1605 se habían multiplicado la realización de fuentes: la fuente de la Idra, la fuentes de la Naturaleza, la fuente de Baco y la fuente de Atlante con un estanque, desgraciadamente desaparecidas.









El denominado acueducto del Agua Feliz fue edificado en 1587 por orden del Papa Sixto V, el objetivo era dotar y abastecer de agua a las zonas adyacentes del Viminal y el Quirinal. Como curiosidad fue el primer acueducto construido en Roma desde la caída del Imperio Romano de Occidente.
Hacia la mitad del s. XVII algunas fuentes más como la del Águila o la del Tritón fueron realizadas por Bernini, sin embargo en la actualidad han sido todas trasladadas a la plaza de S. Giovanni e Paolo. A su vez se iniciaron nuevas obras en la villa adquiriendo nuevos terrenos hacia la zona de San Giovanni e Paolo, un nuevo jardín fue construido con forma estrellada, denominado “plaza de los 16 paseos”, a partir de modelos franceses.

Por otra parte la villa fue elegida como lugar de acogida del peregrinaje de las 7 iglesias, las puertas del recinto se abrieron a los peregrinos que asistían a la ceremonia anual instaurada por San Felipe Neri en 1582, que recorría San Pedro, San Giovanni in Laterano, Santa Maria Maggiore, San Paolo extramuros, San Lorenzo extramuros, San Sebastián en la Via Apia Antigua y Santa Cruz en Jerusalen. Según la tradición los jueves los romanos creyentes renunciaban a sus pasatiempos profanos para hacer votos de penitencia e ir en procesión a través del itinerario que unía las citadas siete iglesias. En la Villa Celimontana los Mattei daban facilidades al descanso de los peregrinos además de ofrecer pan, vino, queso, huevos y otras viandas.
Era costumbre a mitad de camino entre San Sebastián y San Giovanni Laterano detenerse en este lugar para retomar fuerzas. El mismo Goethe probablemente participó en algunos de estos peregrinajes ya que recuerda en unos de sus escritos el menú que se servía así como los extraordinarios conciertos que se celebraban en algunos ocasiones en los jardines de la Villa.
Pasado un tiempo los Mattei tuvieron que traspasar la Villa ante algunos problemas económicos, de forma que la Villa tuvo diferentes dueños, Clemente XIII, después la archiduquesa Maria Ana de Austria y más tarde al mismísimo Godoy, ministro y brazo derecho del rey español Carlos IV.

Fue Godoy quién le otorgó a la villa un nuevo esplendor dandole un nuevo aspecto. El jardín fue profundamente modificado y transformado en un jardín de estilo inglés. Las excavaciones ordenadas por Godoy llevaron a la luz diferentes vestigios en mármol de la época de Caracalla, también fue cambiado de ubicación el Obelisco hasta la actualidad, es decir, al fondo del bosque a la izquierda de la entrada. Como dato curioso después de estas modificaciones un aura de misterio se instauró como leyenda. El espíritu de un operario muerto durante las obras de traslado del Obelisco se aparecería en la villa en diversas ocasiones.
En 1851 la villa cayó en manos de la princesa holandesa Mariana de Orange. Enamorada de Roma, residió durante cinco años en la villa donde recogió una bellísima colección de bronces y mármoles que desgraciadamente se llevó tras ella a su retirada de su temporada romana. Tras la primera guerra mundial la villa fue propiedad del Estado Italiano y ya en 1926 pasó a pertenecer al ayuntamiento de Roma que inauguró un parque público donde se ubicó la Sociedad Geográfica Italiana.

En el edificio que fue llamado Palacio Mattei la Sociedad Geográfica Italiana tiene hoy su sede, es una institución cultural que tiene el objetivo de difundir el conocimiento científico y conservar los mapas más importantes de Italia. Su biblioteca comprende más de 400.000 volúmenes siendo una de las principales del mundo. Destacar que es posible también efectuar visitas guiadas del edificio o de sus archivos, entre libros antiguos y fotografías, sea con fines particulares o didácticos para grupos de escolares. Además de la biblioteca podemos encontrar una sala de mapas con más de 200.000 documentos antiguos y rarisimos, entre ellos cartas geográficas chinas y japonesas en su mayoría pertenecientes a los siglos XVIII y XIX. Un patrimonio que va desde los planisferios a las cartas topográficas, pasando por las cartas náuticas, geológicas, forestales, mineras o callejeras, etc.
En ese mismo palacio debemos destacar el enriquecimiento progresivo a través de los siglos con numerosas obras artísticas.
Mencionar las numerosas pinturas de estilo neoclásico, sacras y profanas (mitológicas), la mujer, sus virtudes y belleza son los temas más comunes. En la llamada Sala del Mosaico se puede contemplar la presencia de un gran mosaico que embellece el pavimento. Es del siglo III después de Cristo y fue colocado en esta sala durante las restauraciones en la Villa en el siglo 18.





El parque tiene un ingreso gratuito ya que es público, se abre todos los días desde las 7 de la mañana hasta el anochecer. Son muchos los que se refugian en este espacio verde y relajante para hacer yoga o llevar a los niños a jugar, además de poder disfrutar de la pista ciclista. El lugar es también la sede de importantes eventos culturales, especialmente en verano, orquestas, conciertos, festivales de jazz, etc.