sábado, 24 de febrero de 2018

Grupo escultórico Eneas, Anchises y Ascanio

Pocas veces podemos juntar la mitología de una gran epopeya con la historia de Roma o el trabajo de uno de los mejores escultores del barroco con uno de los museos más interesantes del mundo. Me estoy refiriendo a la Galleria Borghese, uno de los museos más espectaculares y solicitados de Roma. A Bernini, el gran maestro del barroco romano, y a “La Eneida”,la gran epopeya nacional romana cuyas narraciones nos ilustran sobre los viajes y conflictos en los que se ve envuelto el héroe troyano Eneas tras su precipitada huida de la ciudad de Troya dentro de la  literatura épica latina.




La Galería Borghese, situada en los jardines de la Villa Borghese, es uno de los museos de arte más reputados del mundo. La galería expone gran parte de la colección iniciada por el cardenal Scipione Borghese (sobrino del papa Pablo V), entre 1576 y 1633.
Además de un gran coleccionista de la obra de Caravaggio, Scipione Borghese fue el primer mecenas de Bernini, por lo que en este museo se puede ver una extensa colección de las obras de ambos artistas.




El museo es uno de los mejores del mundo y su visita es prácticamente obligada. No os defraudará. Debido a la gran cantidad de visitas que recibe el museo, sólo es posible visitarlo con reserva previa, que puede hacerse tanto por teléfono como por internet. Es recomendable realizarla con varios días de antelación, ya que es un lugar bastante concurrido. Ubicado en la Villa del mismo nombre es relativamente fácil llegar a pie desde la Piazza Barberini,  Piazza del Popolo o Piazza di Spagna.
Los Borghese fueron una familia principesca, de papas y cardenales, llena de personalidades eminentes de la administración y de la política. Su miembro más ilustre fue Camilo Borguese, el papa Paulo V, pero el más dado al coleccionismo artístico fue su sobrino, Scipione Borghese. En el romano monte Pincio construyó una villa lujosísima y la llenó de obras antiguas y modernas, de todos los tesoros del arte que le fue posible adquirir o comisionar.
Sin duda la Galería Borguese es un lugar donde se aprecia y se disfruta la historia del arte, una verdadera sinfonía de talentos, un prodigio admirable de variaciones y de tendencias.




La obra, cuyo título histórico es Eneas y Anchises, fue encargada por el Cardenal Scipione Borghese y es considerada la primera escultura moderna en exhibición en la Galería Borghese. Según Domenico Bernini (hijo de Gian Lorenzo) fue realizada en 1613 y así lo confirmó el historiador del arte de la época Filippo Baldinucci, asesor de Leopoldo de Medici. Sin embargo gracias a los hallazgos de archivo, hoy sabemos que la fecha se pospone a alrededor de 1619 cuando Bernini tenía poco más de veinte años. Además, gracias también, a una nota de pago por su pedestal, se sabe que en la obra no participó su padre Pietro, sino siempre  Gian Lorenzo.







La escultura de Eneas, Anchises y Ascanio, se exhibe hoy dentro de la Galería Borghese, así como los otros tres grupos  del artista, la Violación de Proserpina (1621 - 1622), Apolo y Daphne (1622 - 1625) y el David (1623-1624). Las cuatro obras de mármol, que representan temas mitológicos (a excepción del David que representa un mito bíblico), fueron encargadas al artista por el cardenal Scipione Borghese, quien los asignó al embellecimiento de su villa romana en el Pincio.






Arquitecto, dibujante, pintor, Gian Lorenzo Bernini fue un verdadero hombre del renacimiento en el barroco, rozando la genialidad en todas las artes que cultivó. Pero si en algo destacó este artista básico de la historia del arte universal fue en el terreno de la escultura. De hecho, Bernini no tuvo rival en esa disciplina durante el siglo XVII, aunque desde luego es sonada la rivalidad con Borromini, el otro gran artista romano de la época, que se dice que era más arisco y menos carismático. En su obra, donde se pone un visible acento en el dramatismo de la narrativa, se muestra de forma clara la psicología de los personajes, ya sean mitológicos o religiosos. Esta caracterización psicológica de los retratados, que Bernini esculpe repletos de fuerza interior, junto a la delicadeza de los acabados, dan un naturalismo extraordinario. El frío mármol parece cobrar vida en manos del artista. Bernini fue un revolucionario en muchos campos del ámbito escultórico. Para empezar, fue el que acercó la obra al espectador, haciéndolo partícipe de la acción, rompiendo las fronteras tradicionales del arte. Como buen barroco, gustó del movimiento. Sus ropajes, por ejemplo, ya no caen en grandes pliegues a la manera clásica, sino que los retuerce y deforma para incrementar el dinamismo y la agitación. También resultan sumamente novedosas las complejas relaciones entre la escultura y el espacio circundante. Bernini concibió muchas de ellas para ser observadas desde un punto determinado.





La obra que nos ocupa representa la huida de Eneas desde la ciudad ardiente de Troya descrita en el segundo libro de Virgilio de la Eneida. Es de mármol y tiene unas dimensiones de 220 cm.





Todo gira en torno a la figura de Eneas, cuya pose resume la de Cristo esculpido por Miguel Ángel en Santa Maria sopra Minerva. Sujeta al anciano padre Anchises que sostiene la urna que contiene las cenizas de sus antepasados, mientras que debajo le sigue su hijo Ascanius, que porta el fuego del templo de Vesta (alusión a la caridad cristiana). Bernini sigue el texto de Virgilio a la letra, donde Anchises se sienta en un solo hombro de Eneas. 





La obra fue un reto para la representación de las diferentes edades y también de la epidermis de los personajes: fuerte, enérgica y tonificada para Eneas, arrugada y flácida para Anchises, regordeta y tierna para Ascanio.

Mirando el grupo desde atrás, podemos ver algunos rastros de inacabados en la espalda de Eneas (non finito), lo que nos hace comprender cómo la estatua fue diseñada para estar en una posición de pared con una vista frontal perfecta.
Bernini nunca había trabajado en un solo bloque de mármol de ese tamaño y es probable que su padre le hubiera dado algún consejo, un elemento que al principio hizo creer que el autor era Pietro y no Gian Lorenzo. Aunque la composición en espiral todavía está fuertemente influenciada por la escultura manierista, se nota el virtuosismo técnico del joven escultor en el tratamiento de la tez, el cabello y el suelo sobre el que descansan las figuras y su extraordinaria capacidad para inmortalizar en el mármol la acción de los protagonistas.

El desarrollo del grupo de mármol es vertical. Las diferentes edades de los tres personajes son evidentes, no solo por las características de las caras o las dimensiones del cuerpo (como en el caso del pequeño Ascanio) sino, sobre todo, por la habilidad del artista en representar, como ya hemos indicado, la epidermis de los personajes. La obra se colocó originalmente en la tercera habitación, denominada de Daphne, en el centro de la pared opuesta a la otra obra maestra de Bernini, de la cual toma el nombre la habitación, colocada entre una ventana y una puerta que correspondía al jardín secreto hacia la pajarera. Desde 1886, la obra se exhibe en el centro de la sala del Gladiador en la planta baja de la Galleria Borghese.
El momento está lleno de tensión y el artista, además de su sensibilidad, en este trabajo presenta una gran habilidad técnica y una sorprendente capacidad para comunicarse.





Quién está delante de la obra, de hecho, no puede dejar de identificarse, llegando incluso a vivir la escena como si fuera también uno de los protagonistas del evento: el espectador se convierte en parte de la acción, siente la preocupación y el peligro. Lo vejez, lo juventud y la infancia representan el pasado, el presente y el futuro. Eneas lleva a su padre Anchises en su hombro izquierdo y el joven Ascanio lo sigue; Anquises, viejo, cansado y preocupado, mantiene con su mano izquierda los “keramos troikos”, las cenizas de los antepasados, mientras Ascanio, siempre con la mano izquierda, sosteniene el fuego eterno de Vesta, dos de los siete "pignora imperii" u objetos que, a través de la creencia del pueblo romano, pudieron garantizar y mantener para siempre la grandeza de Roma.
El artista ha querido enfatizar el poder del cliente, por ello representa los dos objetos de gran significado intrínseco: Anquises portador de la historia y las tradiciones y Ascanio, destinados a dar lugar a un futuro “Gens Julia”, guardián del fuego sagrado Vestal. El fuego sagrado ardía en Roma en el Templo circular de Vesta, que fue construido en época anterior a la República romana, en el Foro romano bajo la colina Palatina. Otros objetos sagrados estaban almacenados dentro del templo, entre ellos el paladio (una estatua de Palas Atenea) supuestamente llevada por Eneas desde Troya.




Las narraciones de los viajes y conflictos en los que se ve envuelto el héroe troyano Eneas tras su precipitada huida de la ciudad de Troya son una de las mejores muestras de la literatura épica latina. La obra se encuentra dividida en cantos o libros, siendo doce en total. Los seis primeros beben directamente en términos estilísticos de la "Odisea" mientras que los seis últimos se inspiran más en la "Ilíada" y en la resolución de los conflictos que se le plantean al personaje.
Mientras las llamas se extendían por Troya, los griegos masacraron a los varones adultos, violaron a las mujeres y las esclavizaron junto con los niños. Justo antes de que ocurriera el desastre, el príncipe Eneas, hijo de Anquises y la diosa Venus, recibió un aviso. Su primo Héctor, que no mucho antes había muerto a manos de Aquiles, se le apareció en sueños y le exhortó a que tomara consigo a su familia y huyera de las llamas. Eneas reunió a los suyos, pero en el caos de la lucha perdió a su mujer Creúsa, que fue asesinada por los invasores. El propio espíritu de Creúsa se presentó ante Eneas y le aconsejó que se olvidara de ella y escapara cuanto antes de la ciudad. El príncipe troyano, junto con su anciano padre Anquises, su hijo Ascanio y un nutrido grupo de seguidores, salió de Troya por las puertas Esceas y embarcó hacia el oeste. Llegó a la tierra de Lacio (en la actual Italia) donde tras una serie de acontecimientos se convirtió en rey y a la vez en el progenitor del pueblo romano, pues en esa misma tierra dos de sus descendientes, Rómulo y Remo, fundarían la ciudad de Roma. En la República romana tardía, los Julios Césares se decían descendientes de Julo, alternativamente hijo de Ascanio (a su vez, hijo de Eneas) o identificado con él mismo. Con esta ascendencia, se relacionaban con la casa real troyana y los tempranos reyes de Alba Longa.





La epopeya de Eneas está plagada de toda clase de obstáculos a los que el héroe consigue imponerse y superar gracias a su tenacidad, esfuerzo y determinación. En todo momento Virgilio pretende ensalzar a la figura de Eneas dado que en su obra lo convierte en el primer pilar de lo que será la fundación futura de Roma.




Virgilio enriquece con la "Eneida" el pasado mítico y legendario de Roma, relacionando a la urbe de forma casi directa con la también casi mítica Troya y sus habitantes y, como ya hemos dicho, convirtiendo a Eneas en el primer pilar de lo que luego será el desarrollo de la civilización romana, idealizando al héroe y mostrándolo como una síntesis de todos los aspectos que se consideraban positivos del pueblo romano, ensalzando el esfuerzo y la voluntad de trabajo y superación de las dificultades.
La Eneida (en latín, Aeneis) es una epopeya latina escrita por Virgilio en el siglo I a. C. por encargo del emperador Augusto con el fin de glorificar el imperio atribuyéndole un origen mítico. Virgilio elaboró una reescritura, más que una continuación, de los poemas homéricos tomando como punto de partida la guerra de Troya y la destrucción de esa ciudad, y presentando la fundación de Roma a la manera de los mitos griegos.
Virgilio trabajó en esta obra desde el año 29 a. C. hasta el fin de sus días (19 a. C.). Se suele decir que Virgilio, en su lecho de muerte, encargó quemar la Eneida, fuera porque desease desvincularse de la propaganda política de Augusto o fuera porque no considerase que la obra hubiera alcanzado la perfección buscada por él como poeta.